La tecnología Blockchain o cadena de bloques es uno de los conceptos más innovadores de los últimos años y si bien se conoce sobre todo por su aplicación en las criptomonedas, sus posibilidades de aplicación van mucho más allá.
Se utiliza para la verificación de las transacciones de datos y comprende todos aquellos procesos en los que hay que proteger, acreditar o distribuir datos. Además, las aplicaciones basadas en el blockchain no requieren instituciones intermediarias.
Se pueden asociar los bloques de información de un blockchain a los eslabones de una cadena que se entrelazan permanentemente. Esta concatenación tiene lugar gracias a procesos criptográficos, los cuales garantizan que se puedan añadir nuevos bloques sin sustituir o modificar los anteriores. Es por eso que con el paso del tiempo el blockchain será cada vez más largo, resultando imposible modificar la información almacenada.
Cada vez que algún miembro de la red realiza una transacción digital, esta genera datos asociados que quedarán almacenados en uno de los bloques. Cuando ese bloque está completo de información se acopla a la cadena de bloques ya existente.
El carácter programable y abierto de esta tecnología permite innovar el sector financiero: los procesos se agilizan y se abaratan, las transacciones son más transparentes y se eliminan los intermediarios.
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